“Mi hij@ ya no quiere dormir solo”, “se vuelve a hacer pipí en la cama”, “han vuelto las rabietas”, “me dice que no sabe hacer cosas que en realidad si que sabe”… ¿te suena?.
Casi seguro que como papás y mamás os habéis tenido que enfrentar en algún momento de la vida de vuestr@s hij@s a las “temidas” regresiones infantiles y al estrés, la frustración y el agobio que en muchas ocasiones conllevan.
Pero… ¿qué es una regresión? Y, lo más importante, ¿por qué le está pasando esto a mi hij@?
Las regresiones infantiles son aquellas conductas propias de una etapa del desarrollo anterior que el niñ@ vuelve a repetir cuando parecía haberlas superado. En la mayoría de los casos son pasajeras y propias del propio desarrollo del niñ@ pero, a veces, pueden enmascarar otra serie de problemas a los que es necesario prestar atención como el estrés o el miedo. En otras palabras, podemos considerar las regresiones infantiles como la necesidad que experimenta un/a niñ@ de volver temporalmente a una etapa anterior de su desarrollo evolutivo, ya que esto le aporta seguridad.
Las regresiones son más frecuentes en edades comprendidas entre los 3 y 4 años, pero no necesariamente se limitan a este rango de edad y es posible encontrarlas en edades superiores y, por lo general, aparecen cuando el/la ni@ está atravesando un momento de estrés, ansiedad o alguna dificultad que influye en la gestión que éste hace de los hábitos ya adquiridos. Ejemplo de ello puede ser el nacimiento de un/a hermano@, enfermedad o fallecimiento de un ser querido, situaciones de tensión dentro del núcleo familiar (peleas, divorcio o separación de los padres, mudanzas…), miedo a crecer y a las responsabilidades nuevas que van apareciendo (por ejemplo al inicio de la etapa escolar) o situaciones de tensión en el contexto socio-educativo como, por ejemplo, sufrir acoso escolar.
Los comportamientos regresivos más habituales en niñ@s suelen estar relacionados con los siguientes aspectos:
- Trastornos del sueño: no querer dormir en su cama, insomnio, pesadillas y terrores nocturnos…
- Rutinas y hábitos de higiene: no vestirse sol@s o no realizar el aseo personal (ducha, lavado de cara, cepillado de dientes) cuando éste ya estaba adquirido.
- Regresiones en el lenguaje. Podemos encontrarnos con que nuestr@ hij@ vuelve a hablar como un “bebé” o limita su vocabulario y las destrezas ya adquiridas en el lenguaje.
- Control de esfínteres: el/la niñ@ vuelve a mojar su cama o tiene escapes diurnos.
- Hábitos de alimentación: piden volver a tomar biberón, comer papillas o que les demos de comer como cuando eran más pequeños.
- Otros: Uso del chupete, aparecen de nuevo las rabietas, etc.
Como padres y madres es normal que estas situaciones nos agobien y nos hagan sentir que frustración o sensación de no ser capaces de gestionarlas. Es importante tener presente que l@s niñ@s no poseen la madurez necesaria para pedir ayuda, entender y gestionar sus emociones y, por lo tanto, expresar qué es lo que les pasa. Ell@s no viven la regresión cómo tal, simplemente sienten la necesidad de volver a esa etapa anterior de sus vidas para sentirse más segur@s. Por este motivo, para afrontar esta etapa va a ser imprescindible un extra de atención, comprensión y apoyo por nuestra parte.
Y ahora si, vayamos a la parte que imagino que tod@s estáis esperando, ¿cómo puedo ayudar a mi hij@?
- Observa al niñ@. Aunque en ocasiones pueda parecer que se trata de una llamada de atención, es importante analizar y valorar cuál es el motivo.
- Ayúdale a que exprese cómo se siente y qué es lo que le preocupa, creando situaciones basadas en la cercanía, la empatía y el cariño. Puedes utilizar el juego simbólico para ayudarle a hablar sobre ello.
- Trabajad juntos las emociones. Hablad sobre qué emociones está sintiendo para que, de este modo, aprenda a reconocerlas y gestionarlas. Y, cuando habléis, hacedlo en un lenguaje adaptado a su edad. Una herramienta muy útil para trabajar con ell@s las emociones pueden ser los cuentos.
- Empatiza con el niñ@. No le riñas ni utilices expresiones como “¿otra vez lo has vuelto a hacer?” o “pareces un bebé”.
- No debemos castigar al/la niñ@ por este tipo de comportamientos.
- No te olvides de ti mism@. Busca herramientas que te ayuden a controlar la ansiedad y presta atención a tus emociones. Se paciente contigo.
- Y, muy importante, si sientes que la situación te desborda pide ayuda a un profesional. Recuerda que, en la mayoría de las ocasiones, trabajar el estrés y/o la ansiedad en los papás y mamás repercute positivamente en los/las niñ@s.
En nuestro centro tenemos la experiencia y los especialistas adecuados para tratar esta problemática del desarrollo infantil.
Teléfono: 678 00 38 35
Correo electrónico: info@policlinicabarbarroja.es